lunes, 20 de agosto de 2012

2. De las movilizaciones a la violencia

Es cierto que la falta de derechos y libertades, el paro o la pobreza no eran factores nuevos en países como Túnez, Egipto o Siria, así que ¿por qué se han producido ahora estas revueltas? Para muchos analistas y diplomáticos, el epicentro de estos movimientos civiles viene de una nueva generación producto de un incremento demográfico creciente, mayoritariamente urbana, bien formada, con estudios superiores, cuya situación pasa por el paro, la falta de oportunidades, el vacío de soluciones por parte de un Estado cada vez más enriquecido y la lucha porque su familia tenga algo que llevarse a la boca cada día.
  
Pero, el pensamiento de que todo ello es caldo de cultivo para el fanatismo, se ha demostrado como una falacia en buena parte de la gente que salió pacíficamente a ocupar las plazas y calles de sus ciudades en busca de libertades. Y lo que fue una revuelta en Sidi Bouzid (Túnez) se extendió al resto del país y de ahí, ayudado y amplificado con las redes sociales primero, y cadenas como Al Yazira después, a Egipto, Yemen, Bahrein y Siria, que perdieron el miedo alentados por los éxitos de El Cairo.

Precisamente, si se puede marcar una fecha importante en el devenir sirio esa es el 15 de marzo de 2011, cuando miles de ciudadanos, desoyendo la ley de Estado de Emergencia que desde 1963 rige, entre otras cosas, la prohibición de manifestarse, se produjo el 'Día de la Ira' o movimiento 'Intifada 15 de marzo'. Ese día, en el que miles de personas salieron a las calles de las principales ciudades del país siguiendo la convocatoria de Facebook, se producían 25 detenciones de activistas políticos y jóvenes. Los arrestos se sumaban a las muertes por disparos de las fuerzas de seguridad del régimen en los siguientes días; a los tumultos y disparos en las manifestaciones convocadas cada viernes, sobre todo en Dera'a, y a las denuncias por arrestos en hospitales y amenazas a médicos por atender a manifestantes heridos. A todo ello, se sumaban imágenes de asesinatos y torturas por decenas que caldearon el ambiente en medio de meses de débiles promesas de cambio surcadas con amenazas en materia económica y contra la censura que, a esas alturas ya no satisfacían ni creía nadie.

Elias Khoury lo expresaba así desde las páginas de 'Al-Quds al-Arabi':  "La gran revolución siria ha echado abajo el umbral del dolor, esa es la gran virtud del flujo de manifestaciones teñidas de la sangre de las víctimas y los caídos. Los sirios y las sirias, con sus manos desnudas, han golpeado los muros de la gran cárcel y su grito se ha elevado desafiante. Nada les frena, ni las balas ni la cárcel. Es como si estuviéramos ante una de esas maravillas que los pueblos producen cuando deciden cambiar el rumbo de la historia.

Ahora, más de un año después, el mano a mano se impone entre una guerrilla armada que pide ayuda a sus apoyos internacionales para conseguir más armamento; y las fuerzas de un régimen bien estructurado, aunque como decía Tomás Alcoverro, "con pies de barro" y es que las deserciones, o sus intentos, se siguen produciendo entre una cúpula temerosa del día de mañana. A pesar de ello, cuentan con mucho más material bélico y entre ellos, un arsenal químico, según asegura el propio Assad, que inquieta a propios y  extraños.

Mientras, todavía parte de la población reúne la valentía de salir a las calles, especialmente los viernes, para pedir paz y libertad de forma pacífica. Por el camino, una posición internacional dudosa, un conflicto con tintes sectarios, más de 150.000 refugiados en los países fronterizos y muchísimos más de los 23.000 muertos según las últimas estimaciones ofrecidas por el jefe de la misión de supervisión en Siria de la ONU, general Babacar Gaye.

Precisamente, la ONU, incapaz de hacer más y buscando rápidamente sustituto para Kofi Annan, tras dimitir como mediador de este organismo y de la liga Árabe, es también la institución que mayores datos a nivel global está dando fuera de las esferas de influencia de los bandos enfrentados (ya que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos es favorable a los rebeldes). Todos estos informes no dudan en calificar de "atentado contra los derechos humanos" lo que está sucediendo en el país árabe. Violaciones, asesinatos y actos de guerra protagonizados por dos bandos, cada vez más radicalizados. Hagamos un repaso de cuáles son las principales fuerzas que se enfrentan en Siria:

Aunque la ONU no duda en denunciar al bando rebelde por sus asesinatos, tampoco duda en señalar a las fuerzas del régimen como principales instigadoras de los sufrimientos de la población civil siria. Aunque la cabeza más visible de régimen sea la del espigado Bachar al Assad, muchos se acuerdan de su numerosa familia, cuyos miembros han amasado fortunas y representan en estos días la represión estatal del país.
Si hablamos de corrupción, muchos sirios no dudan en señalar a  Rami Majluf, primo del presidente y la mayor fortuna del país; fortuna conseguida gracias a la monopolización del poder económico, según Wikileaks, con sus negocios en el sector financiero, turístico, inmobiliario, petrolero, de telecomunicaciones y en los medios de comunicación, entre otros. Todo ello gracias a sus lazos familiares con el régimen, convirtiéndose en símbolo de la corrupción y la impunidad en Siria.

Pero más cercano al presidente, nos encontramos con el que para muchos es la verdadera cabeza del poder y el terror para los opositores: su hermano Maher al Assad. Maher es el segundo hombre fuerte del régimen, comandante de la Guardia Republicana y del ejército de élite División Blindada Cuarto , que junto con la policía secreta de Siria (Mukhabarat al Askariya) forman el núcleo de las fuerzas de seguridad del país, así como responsable directo de la represión del régimen.



Junto a ellos operan una verdadera pesadilla para los rebeldes y la población civil que se considere sospechosa (o tengan que ajustar cuentas con los alauíes): el Shabiha. Según explica el escritor sirio Yassin al-Haj Salih, el término era utilizado, antes de las revueltas, para referirse a bandas de alauíes de las regiones costeras de Siria dedicadas especialmente al contrabando y la extorsión. Sus líderes provenían de familias alauítas influyentes [desde los Assad a otras familias importantes relacionadas con el clan gobernante]. Desde su aparición en la década de los 70, han sido conocidos por su brutalidad, crueldad y su ciega devoción a sus líderes en una organización parecida a lo que puede ser la mafia.

Con el inicio de la revolución siria, su significado se amplía. Así, nos referimos a las milicias irregulares que establece el régimen contra los manifestantes en todas las regiones del país. Se caracterizan por ser extremadamente violentos y sectarios, con una lealtad inquebrantable al gobierno de los Assad. Entre otros sucesos, se les considera responsables de la matanza de Hula (donde murieron al menos 108 personas, la mayoría niños y mujeres).

Pero si en todo conflicto no sólo se puede hablar de factores internos, en el caso de Siria los factores externos se acentúan por su importancia estratégica. Aunque abordaremos la situación internacional respecto al conflicto en la próxima clave, aquí apuntaremos algunas de las ayudas que están recibiendo todos los frentes abiertos. Aunque mucho se está hablando de la ayuda que los rebeldes sirios reciben de países como Qatar o Arabia Saudí, también parecen demostradas las ayudas que Assad recibe de sus vecinos de Hizbulá (Líbano), país donde empieza a extenderse el conflicto, e Irán en lo que muchos han denominado 'el arcoíris chií'.

¿Y por parte de los rebeldes? El Ejército Libre de Siria (ELS) está compuesto por desertores del ejército sirio más civiles armados que actúan como una guerrilla debido a sus efectivos menores y a un armamento mucho más pobre (la mayoría conseguido de contrabando o a través de las fronteras con Líbano y Turquía). Su líder, por lo menos nominal, es Riyad al-Asad, ex-coronel de la Fuerza Aérea Siria, una cabeza que intenta aglutinar a unas guerrillas cada vez más descabezadas, divididas y donde la fuerza se divide en cada una de las katiba, es decir, los distintos y numerosos batallones que luchan contra el régimen.



Pero como en toda guerra, conflicto y revolución, uno de los elementos que no puede faltar es  la propaganda y la desinformación. Mientras que los últimos rumores apuntan a que fuerzas de EEUU, Alemania y Gran Bretaña están ayudando a los rebeldes sirios en el entrenamiento y armamentos de los rebeldes  a través de sus respectivos servicios secretos, lo que sí parece ya un hecho es que Arabia Saudí o Qatar arman con dinero y combatientes a los sirios sublevados, una situación que ha encendido todas las alarmas por los derroteros radicales que algunas katibas. Y todo ello bajo las noticias de la presencia de diferentes organizaciones en la zona que se aúnan bajo el paraguas del wahabismo y Al Qaeda.

Sin ocultarlo, la presencia de Al Qaeda y otros grupos terroristas parece a estas alturas indiscutible, pero a partir de esta afirmación, poco más se sabe: ni su número, ni su importancia, ni quieres les llevan o cómo se organizan. Mientras que una de las frases favoritas de Assad es que todo muerto, toda víctima, es "un terrorista" (muy al estilo de líderes derrocados como Mubarak o Gadafi); otros reconocen su presencia, pero no tienen clara su importancia, como se explica en un informe elaborado por la inteligencia de EEUU que habla de escasa influencia real.  Sin embargo, muchos se preguntan si la existencia de clérigos radicales y estas fuerzas extranjeras, a medida que pasan los días, no se pueden ir constituyendo en una fuerza que divida más a los combatientes y puedan ser un obstáculo para una Siria, si llega, post-Assad.
Con todos estos elementos, de uno y otro bando, muchos analistas se preguntan con razón, si a lo que estamos asistiendo en Siria no es ya una guerra civil. A esto, Salama Kayleh, intelectual comunista torturado por las fuerzas del régimen, explicaba recientemente en un debate en Casa Árabe de Madrid que no veía lugar para una guerra civil en Siria: "Todos los intentos del régimen en este último año para arrastrar al país a esta guerra han fracasado. Yo he visto jóvenes religiosos en la cárcel, pero no son sectarios", explicaba.

Todavía está por ver que sea así.

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