jueves, 2 de agosto de 2012

La sombra de T. E. Lawrence


Cartel de 'Lawrence de Arabia' de David Lean (1962)
 [pinche en la  leyenda para ver trailer]

Ataviado con una kufiyya blanca y una túnica o kandora haciendo juego, el actor Peter O’Toole andaba por los techos de un tren descarrilado mientras decenas de árabes coreaban su nombre. La imagen –icono de una de las cumbres cinematográficas que este año cumple medio siglo– era la encarnación de un hecho real, el del momento de triunfo de uno de los personajes más singulares del siglo XX: T. E. Lawrence.

Aprovechando que hoy el famoso actor irlandés cumple 80 años y que hace 50 de la película que le encumbró a la fama, aprovechamos la ocasión para recordar al verdadero T. E. Lawrence, persona que dejó su sello en Oriente y avisó de buena parte de los conflictos que hoy siguen presentes en la zona. Vamos on una minibiografía de este personaje controvertido.

Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, no parecía reunir las condiciones elementales que se suponen a los héroes de guerra. Con sus 1,60 metros de altura, rubio, delgado y pinta de ratón de biblioteca, Lawrence era un enamorado de la Historia, arqueólogo como única profesión vocacional y con una facilidad para los idiomas que le llevó a vestir uniforme de teniente cuando estalló la Primera Guerra Mundial.

Intelectual e indisciplinado, Lawrence, no se sabe si por mandarle lejos, pasó de la oficina de inteligencia británica a desarrollar una vaga misión para conocer los planes tras la guerra del príncipe Feisal, uno de los cabecillas de la revuelta árabe contra el Imperio Otomano, que dominaba los territorios de Oriente Medio. 

Se forja una leyenda

T. E. Lawrence
Como enseñan los clásicos, una leyenda siempre va de la mano de una tragedia. T. E. pasó a liderar junto a Feisal el movimiento independentista y consiguió aunar a las rebeldes tribus árabes hacia un objetivo común: la libertad política. 

Para ello, Lawrence se convirtió en estratega de la guerrilla, bisagra entre las fragmentadas tribus y dinamitero de trenes para detener a las tropas turcas. Sería en el desierto –ahora jordano– de Wadi Rum donde lograría sus mayores gestas, haciéndole sentir casi inmortal. Y sería en Siria donde descubriría amargamente –tras la tortura– que de inmortal tenía poco.

Además, durante la guerra se debatió entre el deber a la patria y el amor a unos desconocidos a los que servía y que le servían. 

Su verdadera tragedia

Prometió la libertad a los árabes, pero muchos le consideraron un traidor cuando el pastel de Oriente se lo repartieron entre Francia y Gran Bretaña, países que habían ayudado a los árabes con la intención de quedarse después con sus territorios. ¿Lawrence estaba al tanto de ello? Posiblemente sí, pero lo único cierto es que hizo todo lo posible al mando de 'sus' árabes para darles lo prometido esperando ganar más tarde también la batalla de la diplomacia. No lo consiguió, pero aquellos que lucharon con él, los beduinos de los desiertos, siguen recordándolo con su cara esculpida en lo que fuera su base en Wadi Rum. 

Tras la guerra, Lawrence volvió a Inglaterra. Huyendo de la fama, él, que llegó a coronel, se alistó como soldado raso en la aviación británica mientras escribía su gran obra, Los siete pilares de la sabiduría.

En el año 1935 moría, aparentemente, en un accidente con una moto NSS100 con la que circulaba por la carretera inglesa de Camp Bovington.

No hay comentarios:

Publicar un comentario